lunes, 10 de junio de 2013

Batman Prevalece, capítulo 13: La batalla final, parte 1: La última risa


Capítulo 13: La batalla final, parte 1: La última risa
A la mañana siguiente, Batman había vuelto a conectar el ordenador de la Bat-computadora con el televisor de su propia casa, después de haber preparado el Bat-Móvil y dejarlo frente a la salida de la cueva. Mientras terminaba de encender el enorme monitor, Alfred ingresó en la caverna iluminada por los rayos del sol y se encaminó a hablar con su amo.

-¿Exactamente qué es lo que planea hacer ahora, señor?-Preguntó el mayordomo.

-Estar listo, Alfred-Respondió Batman, mientras usaba un pequeño control remoto negro y cambiaba de canal cada cinco segundos, como si buscase uno en especial-Si mis premoniciones son ciertas, estoy seguro de que el Joker anunciará su próximo ataque por televisión. Lo ha hecho antes y es probable que lo haga esta vez. He conectado un sistema en la Bat-computadora que me permitirá rastrear el origen de su señal en cualquier canal en el que se presente.

De pronto, la programación habitual de todos los canales de televisión se vio interrumpida por una grabación de cámara en vivo. En ella se podía observar con claridad una habitación con las paredes pintadas con rayas rojas y amarillas y un suelo de un color blanco pálido, en parte por una cierta cantidad de polvo. En el suelo había un hombre gordo de aproximadamente unos treinta y dos años, atado de las manos por una larga soga y con algunas lastimaduras y moretones en la cara. Llevaba puesta una camisa azul, zapatos negros y unos pantalones grises. El Joker, con su traje púrpura puesto y un micrófono en la mano izquierda, bailaba  cómicamente alrededor de él.

-¡Jefe, estamos al aire!-Susurró una voz fuera de escena.

El Joker reaccionó velozmente y, sonriendo sádicamente, acercó el micrófono a la cara del hombre.

-¡Hola, amigo!-Dijo el payaso-Dinos, ¿Cuál es tu nombre?

-Phil-Respondió el hombre, alzando un poco la cabeza-Me llamo Phil.

La cámara dio un giro a la derecha y mostró a otras cinco personas, tres hombres y dos mujeres, que también estaban atados y en el suelo, pero amordazados, dando gemidos de sufrimiento y pena. Cinco hombres, vestidos con chalecos antibalas y con máscaras de payaso los vigilaban, portando metralletas en las manos.

-Muy bien, Phil-Se escuchó decir al Joker-¿Podrías explicarle a los 
espectadores por qué estamos todos aquí reunidos el día de hoy?

-Estamos aquí-Decía Phil-Porque somos rehenes, y a menos que se paguen cuarenta millones de dólares, moriremos junto con toda Ciudad Gótica.

-¡Arnold, Imbécil!-Gritó el Joker-¡La cámara! ¡Hacia aquí!

-Lo siento, jefe-Dijo Arnold, mientras enfocaba con la cámara al psicópata nuevamente.

-¡Así es, damas y caballeros!-Continuó el bufón-Como probablemente han llegado a comprender, me han forzado a tomar medidas drásticas. ¡He hecho todo por ustedes, pero nuevamente ninguno está riendo! Bueno, creo que ya es hora de ver unas cuantas sonrisas, ¿No les parece? ¡Ja, Ja, Ja, Ja! ¡Ya sé lo que piensan! ¿Cómo es que mataré a una ciudad entera? ¡Pues aquí les traigo la respuesta!

Mientras decía esto, El Joker hizo un chasquido con los dedos y Arnold movió la cámara hacia la izquierda.  En el centro de la habitación se veía una especie de enorme contenedor que parecía una lata de metal oxidada con dos metros y medio de altura. Alguien había pintado en él con aerosol la cara de un payaso de pelo azul, nariz naranja, ojos amarillos y una enorme sonrisa roja. Justo en la frente de la cara del payaso había un pequeño interruptor que llevaba pintado un espiral verde. Teniendo el micrófono cerca de la boca, el Joker arrastró a Phil a la pantalla usando su mano derecha hasta dejarlo al lado contenedor.

-Phil-Dijo feliz, mientras acercaba el micrófono a la boca de Phil-¿Podrías ahora decirle a los espectadores qué es esto, por favor?

Phil escupió un poco de sangre al suelo y murmuró:
-Es una bomba atómica llena de Gas Hilarante, una toxina que fomenta los deseos de reírse hasta morir, con un radio de explosión de seis kilómetros.

-¡Muchas gracias, Phil!-Anunció el Joker, con entusiasmo-A menos que reciba veinte millones de dólares, activaré esta bomba en una hora. ¡Si mis chicos ven a algún hombrecito de azul merodeando por mi escondite o a un lunático disfrazado de murciélago, me cargo a la ciudad entera! 
¡Considérenlo mi mejor chiste! ¡Ja, Ja, Ja, Ja, Ja!

En el momento en el que el Joker señalaba la bomba en pantalla, Batman ya había salido de la cueva y conducía su Bat-Móvil por las calles de Gótica, mientras Alfred intentaba localizar la señal.

-He intentado rastrear todas las antenas de televisión posibles, señor-Dijo el mayordomo, comunicándose por un transmisor con su amo-Pero ninguna tiene una señal que concuerde con la que el Joker ha usado.

-Entonces ese loco debe estar utilizando una señal clandestina-Dijo Batman, con una voz que parecía un susurro.

Una idea pasó por la mente del Caballero Oscuro, por lo cual este activó la pantalla que había en el centro de su vehículo.

-Bat-Computadora, busca posibles antenas de transmisión con señales aisladas de la señal de la televisión principal de Ciudad Gótica.

La computadora se encendió y una voz electrónica masculina creada por computadora se activó:

-Buscando....

Después de unos segundos, el monitor finalmente produjo un pitido breve y apenas audible, mientras señalaba una cierta localización en el mapa de Ciudad Gótica. La voz volvió a escucharse:

-Encontrado. Señal localizada en la vieja casa de la risa de ciudad gótica, ubicada en el sur de la ciudad, a trece cuadras de viaje.

-Te tengo-Dijo Batman, con frialdad, mientras pisaba el acelerador a fondo.
En unos pocos minutos, el Bat-Móvil, al igual que casi todas las patrullas del D.C.P.G., estuvo estacionado frente a la antigua Casa de la Risa, la única atracción en Ciudad Gótica que podía probar la existencia histórica del Circo Haly, el cual había desaparecido misteriosamente en 1923, después del asesinato de los Grayson Voladores y el inicio de los rumores del nacimiento de un niño deforme con aspecto de cocodrilo*. Aun así, de alguna forma, la Casa había permanecido estable y los sistemas de esta seguían en funcionamiento, aunque por afuera tenía un estado deplorable.

Apenas bajó de su auto, Batman se dirigió a hablar con Gordon: Estaba hablando con Ritchie, el cual se notaba tenso y asustado.

-¿Ha habido alguna señal?-Preguntó el vigilante, con sumo interés.

-Nada-Respondió Gordon, recibiéndole-Sigue exigiendo la cantidad de dinero exigida y amenaza con matar a cualquiera de nosotros que entre.

-Sólo nos quedan treinta minutos-Dijo Ritchie-¡Activará la bomba en cualquier momento!

-Tú y tus hombres quédense aquí-Dijo Batman-Me encargaré de esto personalmente.

-¡A menos que te vean, no podrás salvar a nadie!-Dijo Gordon, con furia-¡Maldita sea, estamos perdidos! ¡Debemos entregarnos!

-No me verán-Dijo el Caballero Oscuro, al mismo tiempo que abría la gastada puerta que servía de entrada a la Casa de la Risa.

-¡Detente!-Gritó Gordon, apuntándole con la pistola en la espalda-¡Estás loco! ¡Alto o te dispararé!

-No, no lo harás-Contestó Batman, serenamente y sin siquiera voltearse-Porque sabes que es lo que nos separa de él.

Y diciendo esto, se introdujo en el edificio.


-Nos matará a todos-Dijo Ritchie.

CONTINUARÁ....

domingo, 21 de abril de 2013

Batman Prevalece, capítulo 12: Corazón destrozado



Capítulo 12: Corazón destrozado
Fue por las once de la noche cuando Harley logró finalmente llegar a su departamento, tras una larga caminata. Seguía cojeando y había quedado con una extraña expresión de asombro en el rostro, como aquel que ha visto un fantasma, además de que estaba completamente callada. Tras entrar en el edificio, subió las escaleras hasta llegar al segundo piso. A pesar de que las luces del pasillo estaban totalmente apagadas, se podían ver con una gran claridad aquellas paredes de color naranja, la enorme alfombra roja que cubría todo el suelo y la blancura de las puertas de cada departamento.

Al llegar al final del pasillo, Harley distinguió la puerta del 2E, que era la que estaba buscando. Lentamente, sacó de su vestido una pequeña llave de lamentable aspecto y la introdujo en la cerradura. Tras abrir la puerta, ingresó a la oscura habitación  y encendió el interruptor de luz que había a la derecha de la puerta.

La casa era, sin lugar a dudas, un desastre. Una pequeña bombilla en el techo irradiaba una luz amarillenta y vieja, revelando una gran mesa cuasi rota y una vieja silla la cual, si uno se sentaba en ella, producía un chirrido espantoso. Las paredes tenían restos de lo que parecía pintura celeste, puesto que se habían caído varios trozos al suelo hacía mucho tiempo. El suelo e incluso la parte de adentro de la puerta estaban repletos de recortes de periódicos y fotos en las que el Joker aparecía, con corazones rojos dibujados con marcador en cada una de ellas. Encima de la mesa había un pequeño teléfono de cable de color negro que estaba enchufado a un toma corriente y un pequeño peluche de payaso con una sonrisa roja, un traje de varios colores y unas botas amarillas. En el fondo del departamento había tres puertas, con una que conducía a la cocina, otra hacia el cuarto para dormir y otra hacia el cuarto de baño.

Harley estaba llorando; el Joker había intentado matarla. A pesar de todo lo que había hecho por él, de las millones de ocasiones en las que había salvado su vida y probado su amor y fidelidad incondicionales, después de todo aquello, su pastelito se había deshecho de ella como un simple objeto. Todos esos años había jugado con su mente y nunca quiso aceptarlo. Se había alejado de sus familiares y conocidos, había renunciado a su brillante carrera médica y había asesinado a su mejor amiga. Todo lo había hecho por él. Pero a él no le había importado. Su obsesión con Batman había ganado sobre su relación. Ahora estaba sola, sin trabajo, sin nadie que la mantuviese-Su novio era quien pagaba el alquiler-y sin alguien a quien amar. En dos días el casero llamaría a su puerta, y si no tenía el dinero suficiente sería lanzada a la calle. Las lágrimas siguieron cayendo de sus ojos, estropeando su maquillaje.

En ese momento, volteó su mirada hacia atrás y se detuvo a contemplar su foto favorita, la cual estaba pegada en el centro de la puerta: El Joker, con un esmoquin y pantalones blancos, zapatos negros, una corbata azul y sentado en una enorme silla marrón, saludaba sonriente y con una mirada aparentemente bondadosa. Debajo de esta, había unas palabras escritas con tinta negra que decían lo siguiente:

PARA HARLEY, POR UN FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN,
                                                                    J.

La inocencia de Harley se partió en dos. Su tierno rostro fue reemplazado por una mirada llena de odio y comenzó a apretar los dientes. De inmediato arrancó la fotografía sin ningún cuidado y, poniéndola sobre la mesa, comenzó a desgarrarla salvajemente, lanzando gritos de furia y dolor. Una vez que lanzara los pedazos al aire, se fue hacia la cocina y regresó a los pocos minutos con un enorme bidón de gasolina rojo y una pequeña caja de fósforos. Tras reunir todas las fotos que tenía de su amado, las amontonó en el suelo y, tras destapar el bidón, las llenó de gasolina. Impaciente, sacó con un fósforo y, después de encenderlo con ayuda de la caja, lo tiró encima de aquella pila de imágenes y encendió una mini fogata.

Por alguna razón, aquello le producía gracia. Comenzó a sonreír al  observar cómo las fotos se consumían por la potencia de las llamas. Soltó una carcajada leve, que después comenzó a crecer, hasta que miró al techo y gritó con todas sus fuerzas, mientras sentía que el sufrimiento se apoderaba de ella una vez más.

Al ingresar a su cuarto, sacó de abajo de su cama de sábanas rosas un enorme y pesado baúl de color verde y lo abrió. Dentro de este, había una especie de traje de cuero ajustado, casi exactamente igual al que usaba en el As de Pique, con sus colores rojo y negro invertidos y jotas de diamantes. Harley lo tomó, y una vez que se vistió con él y se calzó con unos tacones en el baño, sacó de un botiquín un recipiente de maquillaje blanco y comenzó a pintarse la cara nuevamente y un lápiz labial de color negro para preparar sus labios. Finalmente, con un nuevo gorro de bufón en su cabeza y con un guante rojo y otro negro en las manos, se colocó un diminuto antifaz y, al verse en el espejo, sonrió. Aquella noche había nacido algo nuevo dentro de su ser; al fin era libre. Pero primero tenía a alguien a quien matar.

-¿Así que te crees muy gracioso, pastelito?-Dijo, mirando feliz su reflejo-Espera a que tengamos una pequeña charla.

Sin poder resistirlo más, Harley comenzó a reír cada vez más alto, mientras golpeaba el vidrio del espejo hasta romperlo totalmente. Continuó riéndose mientras salía de su casa, con sus chillonas y macabras carcajadas resonando por todo el pasillo.

CONTINUARÁ EL PRÓXIMO SÁBADO...     

domingo, 14 de abril de 2013

Batman Prevalece, capítulo 11: Tras el gran golpe


Capítulo 11: Tras el gran golpe
Debido a los fuertes golpes, Bruce casi no podía moverse, por lo que aquella tarde Alfred debió utilizar casi todo el alcohol que había en la mansión y varias vendas. Por suerte, las heridas no fueron tan graves y por la noche estaba cuasi-curado.
-Me sorprende que se haya recuperado de algo así, señor-Le dijo Alfred.

-He sufrido peores cosas-Respondió Bruce-Ahora regresaré a la Bat-Cueva 
para encontrar un modo de capturar a ese miserable. Pero hoy he comenzado a dudar que pueda sin mancharme las manos.
-¿A qué se refiere?-Preguntó el mayordomo.

-Sigo sin entenderlo, Alfred-Dijo Bruce, con un pequeño tono de melancolía en su voz-Es la primera vez que he llegado a desear matar a un delincuente. Él me desafió a que lo hiciera, sin miedo. Como si hallara mi desesperación como disfrute personal.

-Existen muchas clases de hombres en este mundo, señor Wayne-Comenzó a decir Alfred-Incluso existen algunos cuya única motivación es hacer cosas sin ninguna razón o provocación, sino sólo porque les parece divertido o gracioso. Algunos de estos hombres a veces también disfrutan de manipular a otras personas o de corromper sus almas, sin importar lo que deban hacer para que eso ocurra. Usted hizo una promesa a sus padres, señor, de que jamás sería un asesino, fuesen cuales fuesen las consecuencias. Es decisión de usted romper esa promesa o no. No del Joker, ni de Gótica, ni de la policía, ni de nadie más. Es una decisión que sólo Bruce Wayne y Batman pueden elegir. Batman puede elegir si prevalecerá o no. Y créame, señor: Sé que Batman prevalecerá.

 -Tienes razón-Dijo Bruce, reconfortándose-Gracias, Alfred. Siempre puedo confiar en ti.

-Nunca lo olvide, señor-Respondió él-Ahora, si me disculpa, debo regresar a mi trabajo.

Alfred sacó del cobertizo de la mansión una larga escoba y comenzó a barrer la suciedad del suelo. Bruce salió afuera y descendió por el túnel que lo conduciría a la Bat-Cueva para seguir investigando.

Por su parte, Gordon pasó la mitad del día respondiendo preguntas de periodistas y reporteros, justo en el departamento donde había ocurrido la escena del crimen. La policía había rodeado completamente el lugar y en el lugar donde había caído el cuerpo de Spencer Riverplot se encontraba una figura dibujada con tiza blanca. En el fondo, los periodistas habían arribado por los rumores de las lesiones de Batman en vez de la muerte de Spencer. Toda la ciudad odiaba a ese hombre por sus estafas a empresas, hospitales, escuelas e incluso grupos de caridad y porque tenía bastantes abogados para siempre poder evitar el ir a la cárcel. La única pena que probablemente los ciudadanos tenían era que el Joker se les hubiese adelantado y les arruinara el plan de venganza que llevaban planeado desde hacía mucho tiempo.

-¡Comisario Gordon!-Dijo a gritos un joven periodista-¿Es cierto que Batman ha quedado en mal estado? ¿Podría decirnos cómo fue el Joker pudo asesinar al señor Riverplot enfrente de ustedes?

-Batman se encuentra en un difícil estado, caballeros-Respondió Gordon-Sin embargo, aún sigue con vida y lo único que podemos hacer ahora es rogar por su pronta recuperación. No más preguntas.

Tras decir esto, Gordon ordenó a sus hombres que sacasen a todos los paparazzi del lugar y que los dejasen afuera. Sin embargo, estos se fueron de inmediato, pues ya tenían lo que necesitaban.

La noticia de que el Caballero Oscuro de Ciudad Gótica se encontraba en reposo, pero vivo, se difundió rápidamente por todos los diarios y canales de noticias. Todos aquellos que se enteraron de ello se sintieron aliviados y con una gran calma.

Pero el Joker estaba completamente cabreado, con la cara roja a altas temperaturas y humo saliéndole cada cinco minutos de las fosas nasales. Aquel día había tenido por fin la oportunidad de matar a Batman y la policía se la había arruinado. Las advertencias de Don Parker se habían cumplido: Su imperio criminal estaba casi al borde de caer y sólo le quedaban seis matones a su disposición. Después de escapar de las autoridades, se mantuvo todo el día encerrado en su escondite, dibujando y elaborando, con la ayuda de un lápiz y unas cuantas hojas, mil maneras y planes de asesinar a su nueva némesis.

 Cada vez que terminaba de crear un plan y lo miraba, siempre encontraba una razón por la que le parecía ridículo, por lo que convertía la hoja en un pequeño bollo de papel y lo arrojaba con furia al cesto, donde también se encontraba el Diamante de Rubick. En alguna que otra ocasión sólo hacía pequeños y horribles garabatos, debido a que se limitaba a descargar su odio y aún así seguía igual de rabioso.
Todos sabían que el Joker era el doble de peligroso cuando se enojaba y las posibilidades de que uno muriese subían de cincuenta a ochenta y siete. Cuando le vieron llegar con esa actitud, sus hombres no dijeron nada e hicieron todo lo que él les pidiera. De inmediato lo dejaron solo en su habitación, haciendo silencio absoluto por unas horas, razón más para aprovechar y jugar al póker, dado que era la única forma de entretenerse sin hacer ruido alguno.

Y así fue como el Joker estuvo ideando planes por tres horas con la luz de la lámpara, una pequeña silla, una enorme mesa de madera como escritorio y un enorme aunque horrible balcón. De pronto, una dulce voz se escuchó detrás de la puerta.

-Caramelitooo...

La puerta se abrió y Harley Quinn ingresó lentamente y casi de puntillas en el cuarto. Estaba vestida con un provocativo pijama rojo y negro que dejaba al descubierto unas largas y delicadas piernas, así como también sus brazos y hombros. Debido a lo pequeño que era el vestido, podía verse  la parte de arriba su sostén, con un lado rojo y el otro negro. Había vuelto a maquillarse y se había disfrazado con su antifaz y gorro de arlequín.

El Joker seguía tratando de crear su plan perfecto, creando y tirando bollos de papel en un costado, puesto que el cesto ya estaba completamente lleno. Harley se acercó, aún caminando de puntillas y luego le tapó los ojos con sus manos y sonrió.

-¡Adivina quién soy!-Anunció ella, con alegría y entusiasmo.
El Joker soltó un suspiro de resignación y dijo con una voz seria y de aburrimiento:

-No esta noche, Harl.

-¡Oh, por favor!-Insistió ella, retirándole las manos de la cara y tocándole el pelo-¡Has hecho a esta ciudad feliz toda la semana! ¡Mereces un premio! ¡Una noche con tu Harley no te vendrá nada mal!

-Tendremos una noche muy pronto-Respondió el Joker, enojado-Sólo necesito encontrar un modo de acabar con...

En ese momento, el Príncipe Payaso del Crimen se tapó el rostro y murmuró, asomando los ojos:

-...Batman.

-¡Batman!-Gritó Harley, cansada y levantando los brazos-¡Siempre Batman! ¡Te has obsesionado con él! ¡Ya casi nunca duermes o comes! Añoro tu  sonrisa y tus bellos chistes. He dejado de escuchar tu hermosa risa desde hace tiempo. No te diriges a mí o me traes hermosos regalos como antes. ¿Qué no entiendes que está a punto de destruir tu mente?

-Harley, voy a contarte una linda historia y espero que la escuches-Dijo el Joker con una sonrisa forzada, mientras partía el lápiz en dos por la mitad, produciendo un ruido espantoso-En la vida cotidiana del clásico ejemplo del hombre promedio existen tres cosas fundamentales que de ninguna forma faltan: Los problemas, las soluciones y las aventuras. Los problemas son unos enormes obstáculos que se interponen en el camino del hombre; Es por ello que existen las soluciones, por las que el hombre destruye a los problemas y los hace a un lado para jamás saber de ellos nuevamente. Pero el hombre no puede pasar el resto de su vida solucionando problemas, por lo que necesita una aventura, un momento de diversión, amor o placer. Ahora, existen también los grandes problemas, soluciones y aventuras. Tú, Harley, eres mi gran aventura de amor.

Al escuchar estas últimas palabras, Harley no pudo contenerse y se sonrojó. Pero muy pronto reemplazó aquella mirada de ternura por una de horror cuando vio que su pastelito se levantó súbitamente y golpeó fuertemente la mesa con su puño derecho.

-¡Y Batman es mi gran problema!-Vociferó el Joker-¡Un gran problema que, si no encuentro una gran solución para deshacerme de él, destruirá mi gran reino, mis grandes ideas, mi gran aventura y mi gran imagen pública con la sociedad! ¡Y si todos esos grandes problemas se crean porque tú impides que construya mi gran solución, te daré una gran paliza tras las grandes rejas de la gran prisión! ¡¿Captas la idea, tesorito?!

-¡Has cambiado!-Respondió ella, asustada-¡¿Dónde está mi pastelito?!

-¡Suficiente!-Dijo el loco.

El Joker rápidamente agarró a Harley de su brazo derecho y logró arrastrarla hasta salir al balcón, mientras ella emitía pequeños gemidos de dolor.

-¡Ay! ¡¿Pastelito, qué estás haciendo?!-Chilló Harley, mientras intentaba liberar su brazo.

-Dándote una lección, dulzura-Dijo el payaso, riendo-Ahora no vayas a soltarte.

En un rápido e inexplicable segundo, Harley se vio a si misma colgada del lado de afuera de la barandilla del balcón, aferrándose a esta para evitar caer desde una altura de cinco metros a las calles de Ciudad Gótica, que ya estaban rodeadas por el frío de la noche.

-¡Esto ya no es gracioso, pastelito!-Gritó-¡Ayúdame a subir en este instante!

-Es hora de que sepas la verdad, Harley-Respondió el Joker, mientras le sonreía con los codos apoyados en la barandilla-Realmente has sido una enorme roca en mi espalda todos estos años desde que nos hemos conocido. Siempre tuve que soportar todos tus chistes aburridos, tus insoportables deseos y la enorme cantidad de palabras que salían de tu boca por segundo. ¿Pues adivina qué? ¡No te soportaré otra vez!

-¡Rata sucia y traicionera!-Dijo Harley, furiosa-¡¿Cómo puedes hacerme esto?!

-¡Ja, Ja, Ja!-Dijo el Joker a carcajadas, mientras tendía a Harley su mano izquierda-¡Vamos, cariño, no tenemos por qué pelear por esto! Podemos hablar. Ven, dame la mano.

Con una última esperanza en mente, Harley le dio al Joker su mano derecha. Pero cuando lo hizo, unos rayos quemaron su mano, lo cual hizo que por el impacto y el dolor se soltase de la barandilla y comenzase a caer.

El guante del Joker tenía un pulsador eléctrico, uno de esos clásicos gags que se podían comprar en cualquier mercado de bromas, el cual consistía en darle un apretón de manos con una ligera descarga eléctrica a otra persona. Pero del Joker había sido modificado para tener una descarga aún más potente.

Harley lanzó un enorme grito de terror mientras descendía hacia su muerte. Sin duda alguna, las baldosas de la avenida romperían sus huesos.  Por suerte, una tienda de frutas que aún estaba abierta, había desplegado una lona encima por si comenzase a llover, la cual amortiguó su caída, salvando su vida.

Debido a la oscuridad de la noche, el Joker no pudo ver aquello, por lo que dedujo que algún automóvil la había atropellado. Sopló en el pulsador, el cual estaba humeando y dijo:

-Ah, soy un rompe-corazones. ¡Siempre dejo a las chicas con un increíble shock! ¡Ja, Ja, Ja!

Mientras el Joker volvía a entrar a su departamento, Harley bajó de la carpa: A pesar de estar viva, sus piernas estaban algo lastimadas, por lo que parecía que cojeaba. El dueño de la tienda la vio, asombrado, puesto que nunca había visto a una mujer como esa.

-¿Qué hace aquí a estas horas de la noche, señorita?-Preguntó.

Harley no respondió. Caminando lentamente y en silencio, se dirigió hacia su casa.

CONTINUARÁ EL PRÓXIMO SÁBADO...    

domingo, 7 de abril de 2013

Batman Prevalece, capítulo 10: Máscaras



Capítulo 10: Máscaras
Al día siguiente, la fiesta de disfraces de Spencer Riverplot comenzó a las ocho de la mañana con mucho entusiasmo. Una gran cantidad de gente había ido disfrazada de caballeros medievales con armadura, soldados militares, princesas, dragones, capitanes pirata, sirenas, payasos, cavernícolas y cualquier clase de animal de áfrica que uno se pudiese imaginar. Incluso había un niño disfrazado de Superman y una joven que había modificado el vestido de su madre a su antojo y se había convertido en la Mujer Maravilla. Por el final de la fiesta, se anunciaría al ganador del premio por mejor disfraz.

Spencer era un hombre viejo de unos setenta y dos años, conocido en toda la ciudad por brindar siempre las mejores fiestas y casi nadie faltaba. Pero, en el fondo, también era un asqueroso avaro que  amaba el dinero más que su propia vida, por lo que hacía que sus invitados pagasen la entrada y siempre se frotaba las manos, pensando en las enormes cantidades de dólares que podría sacar con aquellos eventos. Cuando Gordon le avisó que su vida estaba en peligro, mostró con enorme descaro su increíble nivel de estupidez y codicia.

-No me importa que ese hombre venga aquí-Dijo, despreocupadamente-Será como un invitado más y ganaré más dinero.

-Le aseguro que sólo podrá tocar el dinero mientras viva, Riverplot-Respondió Gordon, enojado-Es más, ya deje de ser tan idiota. ¡Ese sujeto es cualquier cosa, excepto un hombre!

-De acuerdo, de acuerdo-Dijo el anciano-Pero sólo porque usted lo quiere así.

Todos los invitados estaban en el salón principal, el cual tenía un pequeño escenario, donde Spencer solía subir para dar anuncios importantes. Arriba, en los costados derecho e izquierdo del escenario, había unos enormes parlantes, de los cuales brotaba una hermosa música. Cerca de las ventanas, donde se podía apreciar una increíble vista de Ciudad Gótica, había una mesa llena de bocadillos y postres de chocolate, vainilla, frutilla y una inmensa selección de sabores exquisitos para el paladar.

Durante la fiesta, la policía vigiló el edificio en público, sin siquiera revelar el motivo a nadie. Spencer mintió a sus invitados, diciendo que habían venido para disfrutar de la celebración, pero que “se habían olvidado de venir disfrazados”, una idea muy original para alguien tan estúpido como él.

Gordon y sus hombres no bajaron la guardia en ningún momento: Revisaron por todos lados, estando preparados para cualquier cosa que sucediese en aquel edificio. Batman, por su parte, se encontraba afuera, trepado a una de las grotescas estatuas de gárgolas que se encontraban cerca de las enormes ventanas, vigilando con atención y escuchando lo que pasaba adentro gracias a un pequeño transmisor. Algunas de las personas allí presentes tomaban ponche y la mayoría estaba en el centro del salón, cantando y bailando; Otras estaban un poco preocupadas por la presencia de la policía, pues temían que algo malo llegase a pasar.

Pasó una hora entera. La fiesta estaba a punto de terminar y no había ni señas del Joker. Gordon comenzó a pensar que la advertencia del loco sólo había sido un mal chiste. Uno de sus hombres se acercó a él.

-Se acabó, Comisario-Dijo, con aburrimiento-Nos han tomado el pelo. Avisaré a los demás.

-No nos iremos hasta que la fiesta se acabe-Respondió Gordon-Aún existe la posibilidad de que...

En ese momento, la música dejó de escucharse. Spencer subió al escenario con un micrófono y toda la gente se reunió cerca de allí para escucharle.
-¡Muy bien, amigos y amigas!-Dijo Spencer, mientras sostenía una enorme copa de oro en sus manos-¡Espero que hayan disfrutado de esta genial fiesta! ¡Ahora, como todos saben, anunciaremos al ganador del mejor disfraz!

Se hizo un momento de silencio. Los invitados se preguntaban quién sería el ganador.

-Y el ganador es-Dijo, mientras se contenía unos segundos para decir la respuesta-¡Usted, señor!

Con el dedo índice de su mano izquierda, Spencer señaló entre la multitud a un hombre que estaba disfrazado de un payaso gordo de circo, con unos enormes pantalones rojos, zapatos negros, camisa blanca y guantes grises. Tenía una enorme máscara de payaso, con cara blanca, enormes ojos amarillos, una sonrisa roja pintada y la calva tapada por un pequeño y gracioso sombrero de marinero.

El hombre subió torpemente al escenario ante los aplausos de los demás y se reunió con Spencer, quien ya casi no podía sostener más la copa.

-¡Un disfraz muy original, señor!-Dijo Spencer, con una sonrisa disimulada.

-¡Oh, gracias, pero creo que no me lo merezco!-Dijo el payaso, haciendo falsete de voz chillona.
De pronto, el comunicador en el oído derecho de Gordon comenzó a sonar.

-¡Jim!-Gritó Batman-¡Saca a todos de allí! ¡Se aproxima un helicóptero!

-¿Dónde-Comenzó a preguntar Gordon, hasta que vio por las ventanas y se detuvo.

Al escuchar el fuerte movimiento de unas aspas, todos vieron que un helicóptero de color morado, conducido por lo que parecía ser un payaso musculoso, se acercó a las ventanas del edificio y activó su metralleta. Los primeros disparos destruyeron el vidrio de las ventanas y los últimos llegaron a matar a varios de los que estaban cerca de allí.

-¡Corran todos a la salida!-Gritó Gordon-¡Lárguense ya! ¡Nos encargaremos!

La gente empezó a escapar por la salida de emergencia y Batman entró en escena. La mitad de los policías se encargaron de ayudar a sacar a las personas rezagadas y la otra se reunió con Gordon y Batman.

Mientras el helicóptero entraba en el recinto, se escuchó un fuerte disparo que venía del escenario; Spencer Riverplot había sido asesinado por una bala en el corazón. El trofeo se le escurrió de las manos y se rompió en pedazos, debido a lo frágil que era. El hombre con disfraz de payaso lo había matado. Con la pistola en su mano derecha aún humeando, el “payaso” se quitó la enorme máscara, revelando la pálida y sonriente cara del Joker.

-¡Y así es cómo matas a un anciano imbécil!-Dijo, con una potente carcajada.

 Gordon vio la escena sorprendido, mientras que Batman entraba cerraba fuertemente las manos para convertirlas en puños. Los demás policías, sin dudarlo ni un segundo, apuntaron al criminal de inmediato. Del lado trasero del helicóptero, Harley bajó acompañada del payaso que había conducido el helicóptero y otro curiosamente similar en aspecto y altura al primero. Los dos estaban vestidos con chalecos anti-balas y armados con metralletas.

-¡Ups!-Dijo el Joker-¡Creo que estamos empatados de nuevo!

-¡Maldito asesino!-Gritó enfurecido.

-¿Qué?-Preguntó el bufón, con su clásica voz-¿Acaso no fue bastante fácil adivinar mi disfraz? ¡Lo sabía! ¡Tendría que haber venido con zapatos largos, estos me hacen ver bastante obeso! ¡Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja!

Ambos payasos abrieron fuego y en unos minutos, todos los oficiales que apuntaban al Joker acabaron muertos o lastimados gravemente, quedando solos el Caballero Oscuro y el Comisionado en pie. Gordon intentó jalar del gatillo, pero Harley le pateó en la mano para que soltara la pistola y luego lo derribó con un puñetazo en el mentón.

-¡Las manos limpias, viejo!-Dijo ella, sonriendo vilmente-¡Ya eres bastante tonto como para no haber venido sin máscara!

-¡Maldita perra!-Gritó Gordon, mientras Harley lo lanzaba contra la pared-¡Te juro  que cuando te atrape, te pondré en una camisa de fuerza!

En ese mismo instante, el odio y la ira se apoderaron de Batman. Sin siquiera avisar nada, se abalanzó sobre el Joker y empezó a llenar su rostro de moretones, mientras este último reía a más no poder.

-¡Pastelito, no!-Dijo Harley, con terror en los ojos-¡Déjalo en paz!

Con una gran desesperación, Harley subió al escenario y golpeó a Batman por la espalda, pero la armadura del vigilante era bastante dura, por lo que se lastimó los nudillos y se arrodilló en el suelo por el dolor. Batman, sin haber notado aquello, continuó soltando golpes, hasta que se detuvo, viendo que el Joker tenía la cara con sangre por todos lados y un diente roto, pero aún así seguía riendo.

-Te mataré-Dijo Batman, seriamente.

-¡Eso es, fenómeno!-Respondió el Joker, con una carcajada demencial-¡Mátame! ¡Aplasta mi cabeza! ¡Haz añicos mi tráquea! ¡Destruye mi cuello! ¡Adelante, hazlo! ¡Hazlo!

-¡Cállate!-Gritó Batman, mientras resistía aquel impulso que siempre había logrado eliminar de su mente por años.

Mientras el vigilante más temido en Ciudad Gótica comenzaba a sufrir un terrible tormento psicológico, el Joker consiguió meterle una patada en los genitales, logrando liberarse.

-Denle una pequeña lección, muchachos-Dijo a sus matones, mientras sacaba la sangre que se le escapaba de la nariz con un pañuelo que tenía oculto en su disfraz-¡Así aprenderá a no jugar con los mayores! ¡Ja, Ja, Ja!
Sin problema alguno, los payasos descargaron varios golpes en el cuerpo de Batman, dejándolo en mala condición para luchar. Harley, que se había recuperado, rápidamente abrazó al Joker.

-¡Oh, Cariño! ¡Gracias a Dios que estás vivo!-Dijo, aliviada.

-¡Desde luego que lo estoy, Harl!-Respondió él, mientras se quitaba a Harley de encima-Y ahora, por fin tendré el placer de encargarme de esta peste indeseable de una vez por todas. ¡Sonríe, murciélago!

El Joker levantó del suelo su pistola y se preparó para matar a Batman. Al ver que estaba vencido, el héroe se rindió y esperó su final. Pero fue entonces cuando los policías que habían ayudado en la evacuación regresaron y, al ver lo que había pasado, comenzaron a disparar.

-¡Esto se ha puesto malo, jefe!-Dijo uno de los dos payasos-¡Vámonos de aquí!

-Será en otra ocasión, rata-Dijo el loco, con odio, al mismo tiempo que guardaba su pistola.

Con la ayuda de Harley y sus dos hombres, el Joker se dirigió a su única vía de escape y emprendió la huida. A pesar de los disparos de la policía, el helicóptero logró despegar y emprender vuelo, perdiéndose en Ciudad Gótica.

Apenas el Joker escapó, el pelotón revisó al resto del cuerpo caído y logró encontrar tres heridos y dos muertos. Luego, se prepararon para reanimar a Gordon. Cuando este finalmente despertó y se enteró de las bajas, se acercó al cuerpo de Batman para ver si aún seguía con vida.

-¡Batman!-Preguntó de inmediato, esperando recibir una respuesta-¿Te encuentras bien?

Batman estaba totalmente dañado por los golpes, especialmente por el que había recibido de parte del Joker. Con esfuerzo, logró levantar su cabeza y, escupiendo un poco de sangre, respondió:

-Jim, esto tiene que acabar. Ahora.

-No te preocupes, amigo-Dijo Gordon, mientras le ayudaba a levantarse-Te pondrás bien.

CONTINUARÁ EL PRÓXIMO SÁBADO...

viernes, 5 de abril de 2013

Batman Prevalece, capítulo 9: El inicio de una leyenda



Capítulo 9: El inicio de una leyenda
Esa noche, mientras dormía cómodo en su cama, Bruce Wayne comenzó a recordar cosas de su pasado en las cuales hacía mucho tiempo que no había pensado.

Varias costuras del tiempo empezaron a pasar por su cansada y perturbada mente. Soñó con aquella noche en el cine hacía treinta años, con aquella vieja película de “La Máscara del Zorro”, con sus padres a su lado mientras veía una película con ellos por última vez.

Cuando la película terminó, salieron del cine felices, pero callados. Su padre estaba esa noche vestido con su esmoquin y sombrero negros y camisa blanca; Su madre llevaba un vestido rojo y un hermoso collar de perlas blancas de acero en su delicado cuello.

-Aún sigo preguntándome cuántas veces más planeas ver esa película, Bruce-Dijo Thomas Wayne un poco hastiado, puesto que era la quinta vez en la semana que iban al cine a verla.

-Lo siento, papá-Respondió Bruce, agachando la cabeza y sintiéndose culpable.

-No seas tan inflexible, Thomas-Dijo Martha, con una suave y hermosa voz-¡Es sólo un niño!

-Apresurémonos-Respondió su esposo, sin gana alguna de discutir-Alfred nos espera.

-¿Seguro que quieres ir por aquí?-Preguntó ella, al ver que se adentraban en un oscuro callejón, con las puertas de las casas gastadas y llena de mucha basura-¡Está muy oscuro!

-¡Por supuesto que sí!-Respondió él-¡Llegaremos con Alfred en menos tiempo!

La familia Wayne siguió avanzando, mientras los ruidos de la noche habituales en Ciudad Gótica empezaron a dejar de escucharse por cada paso que daban. Bruce sintió una pequeña brisa que parecía intentar advertirle del peligro que acechaba en ese lugar.

De pronto, de entre las sombras de la noche, surgió un hombre que vestía un enorme impermeable grisáceo y un pequeño sombrero marrón, similar al que usan los cadis en los partidos de Golf. Apenas había aparecido cuando sacó de su bolsillo una pequeña pistola y apuntó a Thomas Wayne.

-¡Deme la billetera, amigo!-Gritó, seriamente.

Thomas puso rápidamente a su familia detrás de él y levantó las manos, tomando la situación tranquilamente.

-Tranquilo, no se preocupe, le daremos todo-Dijo.

Intentando sacarle la pistola, Wayne se abalanzó sobre el criminal súbitamente. Este último, asustado, jaló el gatillo.

El disparo dio justo en el corazón, haciendo que Thomas Wayne dejase de existir. Su cuerpo cayó en el sucio suelo de la calle, ante las expresiones de espanto en los rostros de su esposa e hijo.

-¡Papá!-Gritó Bruce, llorando.

-¡Thomas!-Chilló Martha, inclinándose para levantar el cadáver de su marido-¡Lo has matado! ¡Policía, policía!

-¡Cállese, señora!-Respondió el delincuente-¡Ahora deme las perlas!

-¡Jamás!-Dijo ella, gritando lo más que podía-¡Bruce, corre!

Nuevamente, otro disparo volvió a escucharse y Martha cayó muerta.

-¡Mamá!-Dijo Bruce, empezando a llorar.

-¡Demonios!-Dijo el delincuente, mientras escapaba del callejón-¡Yo me largo de aquí!

Bruce se quedó allí, arrodillado encima de la sangre de las dos personas a las que amaba más que a la vida misma. Minutos más tarde, la policía llegó a la escena del crimen y se lo llevó a la estación de policía, dejándolo en el pasillo de espera hasta que Alfred pasó para recogerlo y llevarlo a la mansión. El funeral de sus padres se celebró al día siguiente. Aquella noche no dejó de llorar en absoluto e incluso cuando supo tres años después que ese asesino, Joe Chill, había sido enviado a prisión, no pudo salir de aquel trauma. Cuando llegó a la edad de treinta y siete años, heredó la Mansión Wayne y las empresas e industrias de su padre, comenzando a hacer donaciones a hospitales con bajos recursos, gente que moría de hambre en las calles y niños discapacitados. Aprendió sobre química, varias artes marciales y técnicas de sigilo. Pero eso no quitaba la sed de venganza que lo había perseguido desde su niñez.

Una noche, ya con las luces de la mansión apagadas, Bruce se quedó sentado en su sillón favorito y observando un enorme cuadro que había en el living, donde había una foto de sus padres en el día de su casamiento. Entonces, comenzó a hablarle al cuadro, como si estuviese hablando con ellos.

-Gracias a ustedes he tenido un gran futuro y me han hecho un gran hombre-Decía, con una voz apagada y fría, aunque en el fondo llena de tristeza-Pero no me sirve de nada si no están aquí conmigo. Lo que les pasó puede pasarle a cualquiera. Es por eso que no dejaré que eso suceda otra vez. Seré la sombra de Gótica y limpiaré esta ciudad del crimen y la corrupción, pero sin convertirme en un asesino. Defenderé a los inocentes y a los débiles y siempre seguiré por el camino de la rectitud sin siquiera caer una vez. Prevaleceré hasta el fin de mis días. Pero para ello necesito un símbolo. Algo con lo que pueda infundir el miedo en los criminales, algo que se convierta en su peor pesadilla.

En ese momento el reloj de la casa dio una fuerte campanada, marcando así el inicio de las doce de la noche. De pronto, un enorme murciélago de color marrón y alas y orejas puntiagudas  pasó por la parte de afuera de la ventana y se posó en ella, observando el interior de la casa con cierto aire de curiosidad.

Bruce sintió que era una especie de señal. Soltó un pequeño suspiro y dijo:

-Lo haré, padre. Seré un murciélago.

Apenas estas palabras fueron pronunciadas, el murciélago entró en la habitación, rompiendo la ventana y, aún aleteando, observó a Bruce, para luego escapar por la ventana que había destrozado.
Bruce salió de la mansión y vio que el mamífero alado se metía en una especie de cueva subterránea que, según parecía, se encontraba exactamente bajo su casa. Al día siguiente, decidió explorarla y, después de hacerlo, comenzó a construir con todas las herramientas disponibles lo que más tarde llamaría “La Bat-Cueva”.

Cuando su “santuario de paz” estuvo preparado después de un mes, una noche empezó a ponerse por primera vez en su vida una extraña y oscura armadura, guantes y botas góticas, una larga capa y un pequeño cinturón metálico de color amarillo. Por último, se colocó una enorme máscara que le ocultaba la cabeza, la cara y el cuello con unas orejas puntiagudas, pero con sus ojos, cara y mentón al descubierto. Apenas aquella máscara estuvo en su rostro, su sufrimiento desapareció. Su imponente musculatura se puso firme, frunció el sueño y después de tantos años, olvidó lo que significaba el miedo.

Alfred vio con temor el futuro que su amo había elegido. Sin embargo, no dijo nada y se quedó callado, ya que su deber era apoyarle en todo lo que él quisiera como toda su vida hizo con sus padres. Había sido uno de los pocos amigos que Thomas Wayne había tenido en vida y la única persona que le respetaba: Siempre se encargaba de todo lo importante y cumplía lo que debía hacer sin ninguna queja o comentario.

Con su atemorizante disfraz puesto, Bruce salió de la cueva,  aunque sin salir de la entrada de la misma. Se detuvo a ver fijamente la Luna; tan luminosa, tan grande y tan misteriosa. ¿Acaso la había visto así antes, de esa misma forma? No lo recordaba. Pero ya no importaba.

Un gran sentimiento de valentía surgió dentro de él. Con mucho vigor corriéndole por las venas, agarró su capa por los costados con sus manos y la levantó lo más alto que pudo, cerrando los ojos.



Como si hubiese empezado una nueva etapa en el mundo, la cueva se llenó de chillidos agudos. Una enorme bandada de murciélagos salió de lo más recóndito de esta y comenzó a volar alrededor de Bruce. Él no se inmutó ante esto, sino que sintió como si una leve brisa lo acariciase por todos lados. Finalmente, los murciélagos se retiraron y escaparon de la caverna para fundirse con el oscuro cielo negro de Ciudad Gótica. Había nacido una leyenda. Batman había nacido.

Fue a partir de esa noche cuando los criminales de toda la ciudad conocieron a su peor miedo. En menos de un mes, todos los periódicos ya habían empezado a mencionar todos los días en su primera plana la leyenda de un murciélago gigante con aspecto humano que impartía justicia por toda la ciudad, atrapando a varios de los maleantes más peligrosos y haciendo que los detectives pudiesen finalmente ponerlos tras las rejas. Sin embargo, la policía no comprendía a Batman, por lo que el Caballero Oscuro debió escapar muchas veces de patrullas policiales y del equipo S.W.A.T.
 Con la ayuda que le había proporcionado su alianza con el comisionado Gordon, logró detener a Rupert Thorne y a la mayoría de sus hombres, aunque algunos con mucha suerte (Don Parker) lograron fugarse. Debido a ello, el D.C.P.G. cambió su opinión sobre el vigilante y aceptaron su ayuda en la lucha contra la delincuencia.

Bruce se mantuvo reflexionando sobre esto y cayó en la cuenta de que si había podido derrotar a cien mil mafiosos, el Joker sólo era uno más, sin importar lo difícil que fuese de capturar. No se rendiría hasta que ese monstruo cayese. Nadie, ni siquiera un vulgar psicópata disfrazado de payaso, le impediría hacer su trabajo hasta el fin de sus días. Tras pensar en eso, descansó su mente y soñó más cosas. Pero esos no eran la clase de sueños que a nosotros nos interesen.

CONTINUARÁ EL DOMINGO...