viernes, 5 de abril de 2013

Batman Prevalece, capítulo 9: El inicio de una leyenda



Capítulo 9: El inicio de una leyenda
Esa noche, mientras dormía cómodo en su cama, Bruce Wayne comenzó a recordar cosas de su pasado en las cuales hacía mucho tiempo que no había pensado.

Varias costuras del tiempo empezaron a pasar por su cansada y perturbada mente. Soñó con aquella noche en el cine hacía treinta años, con aquella vieja película de “La Máscara del Zorro”, con sus padres a su lado mientras veía una película con ellos por última vez.

Cuando la película terminó, salieron del cine felices, pero callados. Su padre estaba esa noche vestido con su esmoquin y sombrero negros y camisa blanca; Su madre llevaba un vestido rojo y un hermoso collar de perlas blancas de acero en su delicado cuello.

-Aún sigo preguntándome cuántas veces más planeas ver esa película, Bruce-Dijo Thomas Wayne un poco hastiado, puesto que era la quinta vez en la semana que iban al cine a verla.

-Lo siento, papá-Respondió Bruce, agachando la cabeza y sintiéndose culpable.

-No seas tan inflexible, Thomas-Dijo Martha, con una suave y hermosa voz-¡Es sólo un niño!

-Apresurémonos-Respondió su esposo, sin gana alguna de discutir-Alfred nos espera.

-¿Seguro que quieres ir por aquí?-Preguntó ella, al ver que se adentraban en un oscuro callejón, con las puertas de las casas gastadas y llena de mucha basura-¡Está muy oscuro!

-¡Por supuesto que sí!-Respondió él-¡Llegaremos con Alfred en menos tiempo!

La familia Wayne siguió avanzando, mientras los ruidos de la noche habituales en Ciudad Gótica empezaron a dejar de escucharse por cada paso que daban. Bruce sintió una pequeña brisa que parecía intentar advertirle del peligro que acechaba en ese lugar.

De pronto, de entre las sombras de la noche, surgió un hombre que vestía un enorme impermeable grisáceo y un pequeño sombrero marrón, similar al que usan los cadis en los partidos de Golf. Apenas había aparecido cuando sacó de su bolsillo una pequeña pistola y apuntó a Thomas Wayne.

-¡Deme la billetera, amigo!-Gritó, seriamente.

Thomas puso rápidamente a su familia detrás de él y levantó las manos, tomando la situación tranquilamente.

-Tranquilo, no se preocupe, le daremos todo-Dijo.

Intentando sacarle la pistola, Wayne se abalanzó sobre el criminal súbitamente. Este último, asustado, jaló el gatillo.

El disparo dio justo en el corazón, haciendo que Thomas Wayne dejase de existir. Su cuerpo cayó en el sucio suelo de la calle, ante las expresiones de espanto en los rostros de su esposa e hijo.

-¡Papá!-Gritó Bruce, llorando.

-¡Thomas!-Chilló Martha, inclinándose para levantar el cadáver de su marido-¡Lo has matado! ¡Policía, policía!

-¡Cállese, señora!-Respondió el delincuente-¡Ahora deme las perlas!

-¡Jamás!-Dijo ella, gritando lo más que podía-¡Bruce, corre!

Nuevamente, otro disparo volvió a escucharse y Martha cayó muerta.

-¡Mamá!-Dijo Bruce, empezando a llorar.

-¡Demonios!-Dijo el delincuente, mientras escapaba del callejón-¡Yo me largo de aquí!

Bruce se quedó allí, arrodillado encima de la sangre de las dos personas a las que amaba más que a la vida misma. Minutos más tarde, la policía llegó a la escena del crimen y se lo llevó a la estación de policía, dejándolo en el pasillo de espera hasta que Alfred pasó para recogerlo y llevarlo a la mansión. El funeral de sus padres se celebró al día siguiente. Aquella noche no dejó de llorar en absoluto e incluso cuando supo tres años después que ese asesino, Joe Chill, había sido enviado a prisión, no pudo salir de aquel trauma. Cuando llegó a la edad de treinta y siete años, heredó la Mansión Wayne y las empresas e industrias de su padre, comenzando a hacer donaciones a hospitales con bajos recursos, gente que moría de hambre en las calles y niños discapacitados. Aprendió sobre química, varias artes marciales y técnicas de sigilo. Pero eso no quitaba la sed de venganza que lo había perseguido desde su niñez.

Una noche, ya con las luces de la mansión apagadas, Bruce se quedó sentado en su sillón favorito y observando un enorme cuadro que había en el living, donde había una foto de sus padres en el día de su casamiento. Entonces, comenzó a hablarle al cuadro, como si estuviese hablando con ellos.

-Gracias a ustedes he tenido un gran futuro y me han hecho un gran hombre-Decía, con una voz apagada y fría, aunque en el fondo llena de tristeza-Pero no me sirve de nada si no están aquí conmigo. Lo que les pasó puede pasarle a cualquiera. Es por eso que no dejaré que eso suceda otra vez. Seré la sombra de Gótica y limpiaré esta ciudad del crimen y la corrupción, pero sin convertirme en un asesino. Defenderé a los inocentes y a los débiles y siempre seguiré por el camino de la rectitud sin siquiera caer una vez. Prevaleceré hasta el fin de mis días. Pero para ello necesito un símbolo. Algo con lo que pueda infundir el miedo en los criminales, algo que se convierta en su peor pesadilla.

En ese momento el reloj de la casa dio una fuerte campanada, marcando así el inicio de las doce de la noche. De pronto, un enorme murciélago de color marrón y alas y orejas puntiagudas  pasó por la parte de afuera de la ventana y se posó en ella, observando el interior de la casa con cierto aire de curiosidad.

Bruce sintió que era una especie de señal. Soltó un pequeño suspiro y dijo:

-Lo haré, padre. Seré un murciélago.

Apenas estas palabras fueron pronunciadas, el murciélago entró en la habitación, rompiendo la ventana y, aún aleteando, observó a Bruce, para luego escapar por la ventana que había destrozado.
Bruce salió de la mansión y vio que el mamífero alado se metía en una especie de cueva subterránea que, según parecía, se encontraba exactamente bajo su casa. Al día siguiente, decidió explorarla y, después de hacerlo, comenzó a construir con todas las herramientas disponibles lo que más tarde llamaría “La Bat-Cueva”.

Cuando su “santuario de paz” estuvo preparado después de un mes, una noche empezó a ponerse por primera vez en su vida una extraña y oscura armadura, guantes y botas góticas, una larga capa y un pequeño cinturón metálico de color amarillo. Por último, se colocó una enorme máscara que le ocultaba la cabeza, la cara y el cuello con unas orejas puntiagudas, pero con sus ojos, cara y mentón al descubierto. Apenas aquella máscara estuvo en su rostro, su sufrimiento desapareció. Su imponente musculatura se puso firme, frunció el sueño y después de tantos años, olvidó lo que significaba el miedo.

Alfred vio con temor el futuro que su amo había elegido. Sin embargo, no dijo nada y se quedó callado, ya que su deber era apoyarle en todo lo que él quisiera como toda su vida hizo con sus padres. Había sido uno de los pocos amigos que Thomas Wayne había tenido en vida y la única persona que le respetaba: Siempre se encargaba de todo lo importante y cumplía lo que debía hacer sin ninguna queja o comentario.

Con su atemorizante disfraz puesto, Bruce salió de la cueva,  aunque sin salir de la entrada de la misma. Se detuvo a ver fijamente la Luna; tan luminosa, tan grande y tan misteriosa. ¿Acaso la había visto así antes, de esa misma forma? No lo recordaba. Pero ya no importaba.

Un gran sentimiento de valentía surgió dentro de él. Con mucho vigor corriéndole por las venas, agarró su capa por los costados con sus manos y la levantó lo más alto que pudo, cerrando los ojos.



Como si hubiese empezado una nueva etapa en el mundo, la cueva se llenó de chillidos agudos. Una enorme bandada de murciélagos salió de lo más recóndito de esta y comenzó a volar alrededor de Bruce. Él no se inmutó ante esto, sino que sintió como si una leve brisa lo acariciase por todos lados. Finalmente, los murciélagos se retiraron y escaparon de la caverna para fundirse con el oscuro cielo negro de Ciudad Gótica. Había nacido una leyenda. Batman había nacido.

Fue a partir de esa noche cuando los criminales de toda la ciudad conocieron a su peor miedo. En menos de un mes, todos los periódicos ya habían empezado a mencionar todos los días en su primera plana la leyenda de un murciélago gigante con aspecto humano que impartía justicia por toda la ciudad, atrapando a varios de los maleantes más peligrosos y haciendo que los detectives pudiesen finalmente ponerlos tras las rejas. Sin embargo, la policía no comprendía a Batman, por lo que el Caballero Oscuro debió escapar muchas veces de patrullas policiales y del equipo S.W.A.T.
 Con la ayuda que le había proporcionado su alianza con el comisionado Gordon, logró detener a Rupert Thorne y a la mayoría de sus hombres, aunque algunos con mucha suerte (Don Parker) lograron fugarse. Debido a ello, el D.C.P.G. cambió su opinión sobre el vigilante y aceptaron su ayuda en la lucha contra la delincuencia.

Bruce se mantuvo reflexionando sobre esto y cayó en la cuenta de que si había podido derrotar a cien mil mafiosos, el Joker sólo era uno más, sin importar lo difícil que fuese de capturar. No se rendiría hasta que ese monstruo cayese. Nadie, ni siquiera un vulgar psicópata disfrazado de payaso, le impediría hacer su trabajo hasta el fin de sus días. Tras pensar en eso, descansó su mente y soñó más cosas. Pero esos no eran la clase de sueños que a nosotros nos interesen.

CONTINUARÁ EL DOMINGO...

2 comentarios:

  1. Próximo capítulo el Domingo. Ahora voy a subirlos un cierto día y avisaré con el continuará el día del siguiente capítulo. Decidí subirlo hoy en vez de mañana, ya no me aguantaba las ganas.

    ¡Hasta pronto!

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  2. Buena representación sobre el origen de Batman.
    Hiciste que parte de Año Uno se relatara en un solo capitulo xD.
    Espero el proximo capitulo con ganas, mientras tanto voy a bajarme la serie animada del 92 (Encontre una pagina la cual contiene todo en links de MEGA, Esta:)

    http://animewizard-richard.blogspot.com/2010/09/mu75mbdvdrip-batman-serie-animada-90s.html

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