jueves, 28 de marzo de 2013

Batman Prevalece, capítulo 2: Asalto en el Almacén Weber


Capítulo 2: Asalto en el Almacén Weber
Esa noche, cubierta por las sombras de Ciudad Gótica, una extravagante limusina negra se estacionó en frente de la puerta del supuestamente abandonado almacén Weber, vigilada por dos guardias armados y vestidos con esmóquines y máscaras de payasos. Un corpulento hombre de raza negra bajó del asiento de conductor y, sin siquiera tardarse, abrió la puerta trasera del costado derecho de la limusina para que su ocupante pudiese bajar. Se trataba de Don Parker, un ex-mafioso de Rupert Thorne y el mayor socio del Joker. Esa noche había ido a una reunión con él, llevando puestas sus mejores galas: Llevaba un sombrero, chaqueta y pantalones blancos, corbata amarilla intensa y una camisa azul marino. En su boca, llevaba su habitual habano. Don creía que los habanos en la boca le daban apariencia de alguien con fama de rudo. Claro que tampoco era idiota, ya que sabía bien que habría sujetos que intentarían cargársele, por lo que siempre iba preparado. Tras cinco breves segundos, tiró el habano al suelo de la calle y, acompañado por su chofer a su izquierda, se encaminó hacia la puerta del almacén, no sin antes haber cerrado la puerta de la limusina por donde había salido. Al llegar a la puerta, uno de los guardias lo detuvo, apuntándolo con el rifle, en caso de que hubiese que disparar.

-Llegas tarde-Le dijo con una voz grave e irritada-Al jefe no le gustan los retrasos y lo sabes.

Don sacó de su bolsillo otro habano, lo encendió con un fósforo y se dispuso a fumarlo. Su chofer se quedó ahí parado, sin decir nada, como su jefe le había pedido anteriormente.

-Tuve algunos problemas que atender-dijo tranquilo, mientras su habano expedía mucho humo- Fue un pequeño contratiempo, lo siento.

-Debes considerarte afortunado de que nos agrades, Parker-dijo el otro guardia- De lo contrario, te despellejaríamos la jeta ahora mismo.

-¿Tu jefe ya está aquí?-respondió Don, sin siquiera inmutarse ante tales amenazas.

-Ha estado esperándote desde hace cuarenta y cinco minutos-dijo el primer guardia- Mira, haznos un favor y entra ya.

El segundo guardia sacó de su bolsillo unas llaves de bronce, pero que parecían doradas bajo el reflejo de la luz de la Luna. Introdujo una de ellas en la cerradura de la puerta y después volvió a metérselas en el bolsillo. Luego, abrió la puerta totalmente, invitando al miserable a entrar. Don entró en el recinto, acompañado de su chofer, no sin antes tirar su habano a la calle. Luego, los dos guardias entraron también y cerraron la puerta por detrás.

El almacén estaba totalmente iluminado por una enorme lámpara de aspecto arácnido, la cual colgaba del techo. Había montones de cajas pequeñas de color marrón con el símbolo de un comodín de sombrero con borlas de color  rojo, apiladas en varias columnas, una arriba de la otra. Las grises y antiguas paredes estaban llenas de una multitud de pequeños y grandes “HA HA HA” hechos con una pintura roja carmesí tan intensa, que a Don por un momento le pareció que realmente se trataba de sangre. En el centro de la habitación, cuatro payasos estaban parados al costado izquierdo y derecho de una vieja silla en buen estado. Y en esa silla estaba sentado el nuevo rey del crimen de Ciudad Gótica, el Joker. Estaba vestido con su famoso y extravagante frac morado, camisa naranja, una extraña corbata con moño celeste, un suéter verde y unos pantalones también morados. En el lado derecho de su frac llevaba colgada una pequeña flor amarilla, de la cual brotaba un hermoso perfume que olía a primavera. Sus pies blancos lucían unos graciosos zapatos negros, que parecían sandalias. En las manos llevaba unos guantes violetas.
Al levantar su mirada pensativa del suelo y ver que Don Parker, custodiado por dos de sus hombres y acompañado por un hombre musculoso de brillante piel negra caminaba hacia él, el psicópata esbozó una enorme sonrisa cruel, se levantó y fue a saludar a su esperado amigo de negocios.

-¡Don, viejo amigo!-dijo, con una voz casi cómica y jovial, mientras le palmeaba el hombro derecho-¡Estoy feliz de volver a verte! ¡Tu naturaleza impuntual no ha cambiado en absoluto!      

Don empezó a sudar y perdió su compostura de hombre valiente. Nadie podía saber con exactitud cuándo el Joker estaba bromeando con uno y cuándo estaba preparándose para asesinarte.

-Hola, Joker-Su voz sonó como un susurro y temblorosa- Lamento haber llegado tan tarde.

-Oh, vamos, Don-Respondió el payaso, soltando una pequeña risa-Lo importante es que estás aquí. Estoy seguro de que tienes otra jugosa propuesta para mí. Así que vayamos directamente a los negocios.

El Joker hizo señas a uno de sus hombres y este sacó una silla circular pequeña de un rincón. Don se sentó en ella y el Joker se sentó en la suya, dispuesto a escuchar.
Recobrando su valor, Don empezó a hablar:

-Verás, desde que te has hecho con el control, Gótica es prácticamente tuya, y gracias a nuestros acuerdos, mía. Los negocios con los vagabundos han salido exitosamente. Pero aún sigo preocupado, porque si Batman regresa ahora, estaremos indefensos para defendernos. Y...
Sus palabras fueron interrumpidas por una aguda carcajada proveniente del Joker, el cual se desternillaba de la risa.

Ay, por favor-dijo, golpeándole en el hombro derecho, aún riéndose-Ya estoy cansado de oír sobre esa leyenda urbana de la rata voladora gigante que se las apañó con tu jefe.

-¡No seas idiota!-Respondió Don, furioso, mientras lo agarraba del frac-¡Ése monstruo existe! ¡Mientras estuvo aquí, capturó a la mitad de la población criminal de Gótica! ¡Apenas logré escapar de él cuando  atrapó a Thorne! ¡Tarde o temprano, vendrá por ti! ¡Los dos iremos a la cárcel! ¡No voy a ser metido tras las rejas sólo porque eres un estúpido!

Don se detuvo soltándolo, dándose cuenta que había cometido un grave error. La sonrisa del Joker desapareció por completo. Una horrible expresión de odio se reflejó en su rostro. De inmediato, se levantó de la silla y agarró a Don por la camisa, incrustándole una mirada amenazante. Don sudó como nunca antes lo había hecho, casi a punto de gritar. Su chofer intentó ayudarlo, pero los payasos lo mantuvieron agarrado.

-¡Escúchame, miserable cobarde!-Gritó el bufonesco mafioso, con una ira ciega- ¡Te he dado una buena mitad de mi ciudad y no voy a arriesgar todo lo que he conseguido por un imbécil que le echa la culpa a un murciélago imaginario de la cultura local por sus propios fracasos antes de conocerme!

De pronto, sonó un sonido como el de una cuchilla girando como un trompo en el aire, la bombilla de la lámpara explotó y el almacén quedó totalmente a oscuras. Impresionado por lo que acababa de pasar, el Joker soltó a Don y se apresuró a sacar su pistola, oculta bajo el suéter de su camisa. Sus matones, asustados, se prepararon para lo peor y sacaron también sus armas. Los guardias sostuvieron fuertemente sus rifles.

-¡Bueno, parece que alguien quiere una cita a oscuras!-Dijo el Joker, mientras reía por su propio chiste-¡Vamos, amigos, démosle una cálida bienvenida a nuestro visitante!

-Entendido, jefe-Dijo uno de los payasos, mientras cargaba su pistola.

Don Parker lanzó un grito de terror que parecía de mujer y, aferrándose al esmoquin de su chofer, empezó a llorar patéticamente, revelando su verdadero nivel de cobardía.

-¡No dejes que me lleve, Randall!-Siguió gritando-¡No dejes que me lleve!

-¡Vuelve a pronunciar otra palabra, Don, y juro que te agujerearé la cabeza a balazos hasta que me moje los pantalones!-Gritó el Joker, mientras empezaba a perder la paciencia.

De pronto, se escuchó un golpe seco y un grito de dolor. Todos vieron asustados hacia la derecha: Mientras disparaba con su rifle para todos lados, uno de los guardias parecía luchar contra algo o alguien invisible. Un minuto después, era arrastrado a la oscuridad por una extraña figura humana, que lo agarraba  de los brazos.
Uno de los payasos empezó a disparar hacia la nada, cerca de donde el guardia había desaparecido. Pronto, un musculoso brazo negro lo agarró del cuello y lo llevó a las sombras. Luego, el otro guardia con rifle y otro payaso desaparecieron de donde estaban parados.
Ahora sólo quedaban el Joker, Don, su chofer Randall y dos payasos.

-Ah, hace tiempo que no jugaba al cuarto oscuro-Suspiró el Joker, sonriendo con naturalidad-Quienquiera que seas, ¡te agradezco!

-¡Mierda!-gritó Don, presa del pánico-¡Él está aquí!

-¿¡Quién!?-Gritó el Joker, harto de escuchar “cacarear” a su compañero de negocios.

-Yo-Dijo una voz grave y seria.

La habitación se llenó de luz. Uno de los matones había encontrado el interruptor de la luz de emergencia. Randall y los dos matones se asustaron. El Joker sonrío y Don Parker miró asustado hacia aquello que más temía.

Batman estaba enfrente de ellos. Después de un año, finalmente había regresado a Ciudad Gótica. Los cuatro payasos colgaban cabeza abajo del techo del almacén atados por sogas, pero inconscientes. Al Joker no le asombró en lo más mínimo su aparición, a pesar de que era su primer encuentro con él. Don Parker se aterrorizó, puesto que su disfraz había cambiado mucho desde la última vez que lo había visto: Su armadura negra había sido reemplazada por una de tela gris con el símbolo de un murciélago más grande que el original, ubicado en casi todo el pecho, habiendo perdido totalmente el círculo amarillo que lo rodeaba. Su pecho además exhibía un cuerpo musculoso y muy bien trabajado. La capa era la misma, pero las orejas de su nueva máscara eran más pequeñas. Debajo de su metálico cinturón amarillo llevaba unas mallas negras ajustadas. Sus botas negras ahora eran más largas y tenían un color negro más fuerte.

-Tu imperio criminal se terminó aquí, Joker-Dijo serenamente-Y tú Don, te reunirás con Thorne.

El Joker observó a Batman con una sonrisa clavada en el rostro.

-Bueno-Dijo con una actitud despreocupada-Parece que nuestra leyenda se ha vuelto realidad. Un disfraz muy teatral, pero quién soy yo para decirlo. Debes ser un gran sabueso para haberme localizado. O tal vez sólo te limitaste a seguir las huellas que alguien dejaba por el suelo, ¿verdad, Don?

-¡NO!-Gritó Don, agarrándose de la camisa de Randall-¡Yo no lo traje aquí! ¡Debes creerme!

-Te creo, Don-Respondió el bufón, soltando una pequeña carcajada.

Se oyó un ruido seco, como un disparo, y Don Parker pasó a otra vida. Randall, en medio de un trauma, tiró al suelo el cuerpo que aún seguía tironeando su camisa.

-Una lástima, Donnie-Dijo el Joker-Pero negocios son negocios, ya sabes.

-¡Lo mataste!-Gritó Batman con furia.

-¡Hola!-Respondió el payaso-¡Hombre malo! Realmente detesto a los aguafiestas. Muchachos.

Recobrándose del impacto, los matones accionaron sus rifles. Usando el pensamiento rápido, Batman se puso a cubierto en un rincón para evitar las balas. Aprovechando la distracción, el Joker ordenó la retirada a sus hombres y que llevaran a Randall, que se había quedado ahí parado en estado de shock. Rápidamente, salieron afuera del almacén por la salida de emergencia, la cual daba al  estacionamiento, donde habían dejado su auto color púrpura.
Cuando ya estaban por llegar al auto, se dieron cuenta de que Batman les estaba pisando los talones. Uno de los dos payasos se detuvo a combatirlo mano a mano, pero el caballero oscuro lo derribó en cinco segundos, gracias a una llave de Judo. Cuando terminó de encargarse del matón, el Joker ya estaba con Randall en la parte trasera del auto, mientras que su último hombre en pie estaba en la parte de adelante, encendiendo el motor.

-¡Acelera de una vez, Arnold!-Gritó el Guasón-¡Si este Bati-Memo nos atrapa, serás la próxima estatua sonriente de mi colección!

El auto arrancó y trató de atropellar a Batman en su camino, pero éste logró saltar a la izquierda justo a tiempo. Batman observó cómo el auto se deslizaba velozmente, sin oportunidad de que pudiese alcanzarlo a tiempo. El Joker sacó la cabeza por la ventanilla del auto y, mirándolo sonriente, gritó con todas sus fuerzas:

-¡Hasta la próxima, murcielaguito! ¡Que tengas un buen viaje! ¡Ja, Ja, Ja, Ja!

-Ríete mientras puedas-Pensó Batman-Porque la próxima vez te atraparé.
Mientras el auto del Joker se perdía de vista, las sirenas de las patrullas policiales se escuchaban cada vez más cerca.
Batman supo que ya era momento de retirarse. La policía ahora se encargaría del resto. Ya no había nada qué hacer ahí. Pero no se iría sin dejar un mensaje.
Cuando el Comisionado Gordon y su pelotón llegaron al almacén encontraron a cuatro hombres colgando del techo y a otros dos atados con cuerdas en el estacionamiento. Mientras revisaba el lugar antes de irse, Gordon encontró algo: un pequeño papel tirado en el suelo, con una nota que tenía escrito y dibujado lo siguiente:

Jim:
El Joker estuvo aquí. Escapó, pero atrapé a varios de sus hombres. Ha llegado el momento de hacer justicia en esta ciudad. Nos veremos muy pronto.
Atte.                                                  

                                     

Un pensamiento de tranquilidad pasó por la mente del agente de policía.


-Y así será, viejo amigo-Dijo en voz baja.


CONTINUARÁ...

1 comentario:

  1. Buenisimo. Me ha encantado tu Joker versión del Joker, al igual que la de Batman.

    Lo que más seguramente me ha hecho reir es cuando Donnie le grito al Joker, y al final, como supuse, "paso a mejor vida", ya me entiendes xD.

    Supongo que el siguiente capítulo lo subiras mañana. Lo estaré esperando.

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